«Lo llamaban el Rey de Corazones porque, bueno…, porque comía corazones humanos. Según decían, había leído un artículo en The Economist sobre un señor de la guerra liberiano de diecinueve años con gustos similares. A Rado le pareció que esa modalidad de maldad atroz brindaría a su marca criminal el toque que precisaba en un mercado tan concurrido y adquirió sin más ese hábito» M. Q.
Con la prosperidad se apoderaron del pueblo el desenfreno y la soberbia, vicios inherentes a la misma y, mientras que los dirigentes ponían su grandeza al servicio de sus pasiones, el pueblo hizo lo mismo con su libertad quedando el Estado, entre ambos bandos, hecho jirones.
No estoy hablando de la capital del imperio USA, Washington, donde se desarrolla la acción de la novela “Los 500”, ni me estoy refiriendo a un tiempo presente. La reflexión anterior la expresó en el año I a.C. el historiador romano Gayo Salustio Crispo en el quicio de transición entre la República y el Imperio Romano al relatar las causas del desastre y del derrumbe de un sistema político que había gobernado el mundo conocido y que sentó las bases de nuestra cultura occidental. Dicho autor, militar y político a la ordenes de Julio Cesar, con una más que dudosa – moralmente- actuación en el desempeño de su cargo, que le procuró una fortuna nada despreciable, se retira de la vida pública y plasma por escrito en “de Bello Iugurthino” su análisis de la decadencia republicana y la corrupción del Senado Romano que posibilitó su humillación y la derrota ante un reyezuelo menor como fue Yugurta. En efecto, con una prosa magistral, que ha servido para que generaciones de estudiantes se iniciaran en los rudimentos del latín, Salustio documentó uno de los más celebres casos de tráfico de influencias de la Antigüedad.
Esta digresión nos introduce el ambiente en el que se desarrolla la novela “Los 500” de Matthew Quirk, cuya portada anuncia que todo hombre tiene un precio, incluso si forman parte de los 500 hombres y mujeres más poderosos de la capital política mundial. Lo mismo debió pensar el rebelde africano Yugurta cuando decidió librar sus batallas no en la polvorienta Numidia sino en la reluciente y marmórea Roma Imperial a los pies del Capitolio, engrasando los oscuros mecanismos del poder y las influencias políticas.
La novela reproduce en similar medida los vicios y defectos del Imperio Americano, a los pies del Capitolio, esta vez en Washington y no en Roma, carcomido por la ambición, la irresponsabilidad y la corrupción de alguno de sus oscuros funcionarios quienes amparados en la sombra y maraña de las instituciones, ostentan un poder conferido por un pueblo inconsciente y ciego que se autodenomina soberano cuando lo cierto es que es una víctima incauta de la manipulación y del engaño.
La trama de la novela trata sobre un joven recién licenciado de la Facultad de Derecho de Harvard que es fichado como asociado junior en uno de los mayores “lobbies” de influencia política en la capital americana y que, gracias a sus habilidades adquiridas en los años duros de la adolescencia, donde tuvo que afrontar y superar el ambiente de delincuencia que llevó a su propio padre a la cárcel, consigue trasplantar sus conocimientos psicológicos y de la naturaleza humana desde los escenarios del trilero y timador a los grandes despachos y pasillos de las instituciones americanas. Bajo la apariencia formal de respetabilidad, solvencia profesional y un conocimiento cabal de la legalidad estricta, la empresa donde trabaja nuestro protagonista se dedica a satisfacer intereses espurios de un antiguo criminal de guerra balcánico pretendiendo retorcer la legislación americana a su favor mediante la introducción de enmiendas legislativas y la obtención de fallos judiciales. Poco a poco va descubriendo las implicaciones de su trabajo que se entrecruzan con la vieja historia que llevó a su padre a la cárcel.
Estilísticamente el relato es ágil, fresco y desenfadado, muy entretenido y adictivo, sin complicaciones formales ni una técnica digna de resaltar. Es un producto de consumo que cumple con su función, entretener.
La temática, si bien es sobradamente conocida y redundante, no pierde atractivo puesto que se ayuda de una corriente argumental paralela con unas pocas dosis de intriga, referida a un antiguo crimen cometido por el padre del protagonista con incidencia directa en la trama principal hasta la que llega a aflorar. Nos habla de la competitividad en las universidades americanas que posteriormente se traslada a las jornadas agotadoras de los yuppies empresariales en constante supervivencia por un puesto de trabajo privilegiado en el que no se admite ni un solo fallo. Nos cuenta también la hipocresía y falsedad de un sistema de valores que persigue únicamente la apariencia formal en los políticos sin que importe su verdadera condición humana y profesional. Nos dice, en suma, cómo el poder siempre sufre las fuerzas de la corrupción y la desviación hacia intereses particulares siendo la vida pública un escenario sobre el que se representa la ficción del bien común.
Destaco, por un lado, como detalle positivo, por ocurrente, las insistentes alusiones del protagonista sobre la honradez y fiabilidad del criminal de la vieja escuela frente a la elusiva y camaleónica moralidad de la gente respetable. Como detalle negativo, destaco igualmente, por ingenuo o por contemporizador, la moralina final sobre la percepción del protagonista respecto del cambio operado en esa legislatura al desbaratar la trama criminal y disminuir las maniobras políticas y aumentar la colaboración partidista en la aprobación de leyes más positivas para los ciudadanos.
Un saludo
- traductor: DEL REY, SANTIAGO
- editorial: ROCA EDITORIAL
- año de edición: 2012
- páginas: 320
- isbn: 978-84-9918-465-4