lo que yo leo

Un blog sin pretensiones, sobre reseñas literarias para leer en 10 minutos; contiene comentarios sobre libros, recomendaciones, divagaciones y toda clase de digestiones literarias que un lector compulsivo ha aderezado a su gusto. Por supuesto, abierto a colaboraciones y opiniones. Casi es obligatorio equivocarse aunque, evidentemente, yo soy yo y tú, eres tú, por supuesto; pero ni yo soy tú ni tú eres yo, por lo tanto, todo lo que escribas es tu responsabilidad: cada uno es dueño de sus palabras y de sus silencios, sin embargo, tu libertad no te permite escribir nada ilegal o degradante para otros como tú y como yo. Es por eso que, al menos ese SILENCIO sí impera en este blog.


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«gente de barro», de david brin. cuando el «yo» es multitud.


“Cada paso en el progreso humano nos presenta un desafío, Vic. Algunos se hunden en los excesos. Otros rechazan temerosamente el cambio. Y un sorprendente número combina lo nuevo con lo antiguo y el sentido común, yendo más allá de todas las expectativas” D.B.

Muchas veces he expresado ya en este blog mi opinión sobre la literatura como un extraordinario vehículo de expresión y difusión de todas aquellas propuestas intelectuales que inciten, estimulen, promuevan, argumenten y desarrollen teorías admonitorias sobre el cambio de paradigma.

Destaco, de entre todos los subgéneros de la novela, la novela negra y la novela de ciencia ficción como los ejemplos más representativos del poder de la literatura en general para transformar nuestro pensamiento y, con ello, para alterar el mundo real tal y como hoy lo conocemos y dar el paso desde la realidad imaginada –paradójicamente- a la realidad material.

Nuestra mente cuenta historias, constantemente. Nuestro pensamiento existe a través de la palabras, verbalizadas o no. Y la literatura construye argumentos y siembra ideas que toman forma en nuestro pensar y que luego pueden materializarse y convertirse en una nueva realidad que antes solo era imaginada. De alguna manera, para que algo se real, físico, material, previamente ha tenido que ser ideado y concebido como posible.

La literatura de ciencia ficción nos abre los ojos y nos acerca a muchas de esas propuestas que, a modo de tormenta de ideas, son vertidas en nuestra mente, algunas absurdas, otras irrealizables y, otras, germen del progreso humano intelectual y científico.

También, la literatura, como no, pone en evidencia nuestras propias carencias. Relata la realidad tal como es –percibida-, critica nuestros errores, nos apercibe sobre otros muchos por venir e intenta estimular nuestra capacidad de reacción y también las posibilidades de autosuperación.

Autores tan importantes como Jonathan Swif, Cervantes, H.G. Wells u Orwell, supieron parodiar nuestra realidad hasta extremos de lo absurdo o lo irreal. Y nos hicieron, en primer lugar, abrir la mente a nuestra propia realidad y, en segundo lugar, abrirla a la posibilidad de la existencia de una realidad distinta, aún por venir, pero indudablemente realizable.

Otros autores, igualmente, tal como Julio Verne, Asimov, Stephenson, o el propio David Brin –cómo no-, supieron anticipar e idear realidades científicas y técnicas que hoy no son sino parte de nuestra vida cotidiana y, por ende, inconsciente, inadvertida e invisible.

Todos ellos ofrecieron su genio creador y lo pusieron al servicio de una idea, que luego fue retomada por otros, desarrollada y hecha realidad. Eso es el progreso científico, intelectual, humano, en suma.

Y junto a la expresión literaria de su idea, cada uno de aquellos autores hoy reconocidos como precursores, clásicos, o genios, nos ofreció también una serie dilemas éticos cuya solución corresponde a la posteridad.

Toda esta extensa introducción viene a reivindicar esas novelas que además de ser un excelente producto literario, trasciende de la mera utilidad lúdica para ofrecer igualmente un estímulo intelectual.

A la novela “Gente de barro” la incluyo en esa categoría.

En un plano estrictamente formal, es una obra, correctamente escrita, amena, con una estructura lineal, con distintas voces narrativas que en realidad son las distintas réplicas del mismo protagonista y con una trama entretenida, interesante, muy ágil y trepidante (salvo ciertos parlamentos del protagonista) coherente y a mi juicio, novedosa y original. Cuenta con todos los elementos para ser una excelente novela.

Y sin embargo, sin que ello signifique objeción alguna por mi parte a las excelencias de esta novela, no es su aspecto formal lo que me ha cautivado sino los interrogantes que suscitan los temas planteados.

En efecto, la trama gira en torno a la tecnología de las copiadoras-horno que permiten a las personas hacer copias de barro de sí mismas, llamadas “ídem” o “golem”, las cuales, tienen un periodo de vigencia de un día y comparten con su arquetipo, original o “archi” la conciencia y la personalidad de éste, quien recupera e interioriza los recuerdos y experiencias de su golem sólo cuando son descargados en su cerebro al fin del periodo de vigencia.

Existen varias categorías de “golem” según se les encomiende funciones meramente utilitarias (trabajo pesado, tareas rutinarias) u otras más especializadas como proceso de datos, actividades militares o, incluso, experiencias sexuales, asignándoles a cada uno distintos colores, desde el verde hasta el naranja, gris, marfil o ébano.

Son muy diversos los temas que el autor trata en la novela, sustentados en la trama sobre la clonación, la creación de réplicas de uno mismo con conciencia y autonomía individual. Al igual que novelas como Frankenstein o la archifamosa “blade runner” (“sueñan los androides…”) de P.K.Dick, esta novela versa sobre la identidad, la personalidad, la inmortalidad a través de la prolongación de la conciencia, las enfermedades mentales, el valor moral del ser humano, los derechos legales de las réplicas, la responsabilidad moral y jurídica, la interpretación mistico-religiosa o laico-racionalista de la esencia del ser humano, el sentido de la existencia, etc.

Me ha sorprendido muy gratamente esta novela, de la que apenas había tenido noticias, empañada por otras más mediáticas del autor. La recomiendo absolutamente.

Un saludo.

SINOPSIS EDITORIAL: Gente de Barro narra las peripecias del detective Albert Morris y sus múltiples duplicados de barro en esa nueva sociedad. En el idemburgo se están haciendo copias pirata de una famosa cortesana, Gineen Wammaker, y Morris debe impedirlo. Un trabajo que no parece excesivamente difícil, pero que le llevará a descubrir una intrincada red de conspiraciones en esa sociedad del futuro donde los ídem carecen de derechos y de todo tipo de consideración.

DAVID BRIN: Astrónomo, físico y escritor de ciencia ficción, David Brin estudió Astronomía en la CALTEC, completando su formación en la Universidad de San Diego. Brin ha ganado premios tan imporantes a lo largo de su carrera como el Hugo, el Nébula o el John W. Campbell.

Su novela El cartero (1985) fue llevada al cine por Kevin Costner. Dentro de su carrera literaria ha realizado libros para franquicias como Star Trek o para continuar la saga de La fundación, de Isaac Asimov. De entre su obra habría que destacar series como La elevación de los pupilos, novelas como El efecto práctica y antologías como El río del tiempo. (fuente, lecturalia)

GENTE DE BARRO ha obtenido números e importantes premios literarios. Premio John W. Campbell, 2003, (Nominación); Premio Arthur C. Clarke, 2003, (Nominación); Premio Hugo, 2003, Mejor Novela (Nominación); Premio Locus, 2003, Mejor Novela de Ciencia Ficción (Puesto: 2)

GENTE DE BARRO

  • Título original: Kiln People
  • Año de publicación: 2002
  • Editorial: Ediciones B
  • Colección: Nova, ciencia-ficción nº 166
  • Traducción: Rafael Marín
  • Edición: 2003
  • ISBN: 978-84-666-1302-6