«Pensamos que podíamos hace que todo fuera mejor. ¿Mejor?, repito en voz baja. ¿Cómo puede creer que esto es mejor? Mejor no significa nunca mejor para todos, comenta. Para algunos siempre es peor» M.A.
A mediados de los años 80 del siglo pasado, la escritora canadiense Margaret Atwood escribió un relato aterrador sobre nuestro inmediato futuro. En aquella época de incertidumbre y de cambio, que culminaría con el enorme acontecimiento de la caída del bloque soviético y la finalización “oficial” de la Guerra Fría, aparece esta novela relatando la transición de una sociedad americana democrática y abierta hacia un régimen pseudoreligioso, totalitario y fundamentalista que, con excusa del sempiterno enemigo exterior, instaura una sistema de represión de las libertades fundamentales cuyas víctimas son, esencial y principalmente, las mujeres (aunque discriminadas en función de su rango o categoría social).
H.P. Lovecraft dijo una vez, en su ensayo sobre el horror en la literatura, que el más intenso miedo de la humanidad es el miedo a lo desconocido. En mi opinión, la humanidad, tal como ahora la conocemos las personas producto cultural del extinto siglo XX, ha venido a matizar ese miedo a lo desconocido tornándolo, de un modo sutil, hacia un miedo a la incertidumbre.
Frente al optimismo y la felicidad propios de tiempos de bonanza y vacas gordas, en época de crisis y de cambio la sopecha suplanta todas las certezas y la falta de confianza trae consigo un miedo aterrador y paralizante a un incierto futuro.
La literatura distópica sirve como advertencia de las sombras de una realidad insatisfactoria y como conjuro del peligro probable que se cierne sobre el mundo y amenaza con mostrarse cierto y real.
Claramente encuadrado dentro de éste subgénero, la presente esta novela sirve como denuncia, en igual medida que como prevención, de los riesgos que puede correr toda sociedad de convertirse paulatinamente en una dictadura, con el apoyo involuntario de una ciudadania pasiva que va cediendo parcelas de libertad, dejandose arrebatar sin apenas percibirlo, derechos y libertades esenciales. Creo que fue Benjamin Franklin quien dijo que aquel que renuncia a su libertad por su seguridad no merece ninguna de ambas.
Evitando aventurar elementos de la trama, puedo decir que es muy interesante y significativo que el elmento debil de la sociedad que describe, las mujeres (aunque no todas), son relegadas a unas funciones básicas, ciertamente degradantes cuando no son voluntarias, como son la de procreación o la tareas del hogar; son clasificadas en función de sus “aptitudes”, son marcadas con un uniforme diferenciador; y su vida social o relacional es eliminada y permanentemente sujeta a la sospecha y el miedo a la delación.
La novela esta narrada en primera persona, a modo de un largo monologo narrativo, Al final de la novela nos enteramos que, en realidad, el relato en sí es una transcripción de unas cintas de audio. Por eso el estilo es directo, sencillo, a modo de confesión o reflexión personal, con dialogos transcritos por la propia narradora, en los que a menudo inserta glosas o comentarios con referencias retrospectias que nos trasladan a un tiempo anterior que siempre va comparando con el momento actual de la narración. Estas digresiones y saltos en el tiempo hacia un pasado relativamente cercano, donde las cosas eran muy distintas del presente de la protagonista, estan intercaladas de un modo sutil e inteligente que ayuda al lector a entender el porqué de esa situación y le alienta a seguir leyendo para ir encontrando las claves de esa sociedad extrañamente parecida a la nuestra.
El personaje consigue convencer al lector de la autenticidad y credibilidad de su historia, pues la justificación de la misma es coherente y lógica a tenor del devenir de los acontecimientos que va contando.
A mi juicio, la autora adopta esteretipos en la definición y desarrollo de los caracteres principales. Quizás intencionadamente, permite percibir a los distintos personajes algo rígidos, encasillados en un papel previamente asignado, con escasos matices en su definición y evolución. Ciertamente muy adecuado al tipo de sociedad rígida y controladora que denuncia en la novela.
Esta obra ha sido recientemente adaptada para el formato televisivo y se está emitiendo en estos momentos una serie de televisión que no he querido ver para no distorsionar mi reseña.
Como colofón, recomiendo esta novela, tanto por su enfoque innovador en cuanto a la concreta temática, la represión y cosificación de la mujer, tan actual en estos momentos, como por la aterradora posibilidad de que nuestra evolución como sociedad se dirija hacia ese horizonte de limitación de libertades y sumisión voluntaria de los ciudadanos en aras de un bien superior. Tal y como ya ocurrió una vez con el ascenso del nazismo y el comunismo, que contaron ambos con una amplio apoyo popular y acabaron, mal, muy mal, como todo el mundo sabe.
Un saludo.
MARGARET ATWOOD: (Ottawa, 1939) Escritora canadiense con una variada y prolífica obra: Ojo de gato, Alias Grace y Oryx y Crake, finalistas del premio Booker; El asesino ciego, premio Booker. Ha recibido también el Governor General’s Award, el Premio Montale, el Premio Príncipe de Asturias de la Letras, el Premio Crystal, el Premio Nelly Sachs, el Premio Giller y el National Arts Club Literary Award. Su novela El cuento de la criada se ha adaptado a la televisión como serie de TV.
SINOPSIS EDITORIAL: En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
- Título original: Tha Handmaid’s Tale
- ISBN: 978-84-9838-801-5
- Número de páginas: 416
- Tipo de edición: Rústica con solapas
- Editorial: Salamandra
- Traducción: Elsa Mateo Blanco